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Los muertos no pueden comer, solo fertilizan la tierra, que aquí en Gaza nunca ha sido tan fértil.

Yo sé que voy a ser asesinado, - repite una y otra vez Marwan, un camillero voluntario de la Media Luna Roja-. Su esposa sabe que va a ser asesinado, incluso sus hijos parecen aceptar este fin inminente. Éste médico moreno, de treinta años y lleno de ojeras se lamenta de la situación mientras fuma en un patio con forma de pasillo del hospital de Al Awda. De pronto, una explosión a menos de 100 metros le sacude y le pone en pie de golpe: Es el tercer cohete que cae en el hospital.

El edificio de ahí enfrente es un almacén de medicinas, “si alguien va allí caminará hacia su muerte”, nos dice Marwan, que cada día se juega la vida en un equipo de ambulancias que se saben objetivos del ejército israelí, cuyos francotiradores disparan a matar a aquellos que se lanzan a una carrera vertiginosa por las calles de Gaza para atender al herido.

Durante las 2 horas que dura el documental recibimos el testigo de lo que Alberto Arce vivió cámara en mano durante la operación Plomo fundido, 23 días de tiroteos y salvajes bombardeos por tierra mar y aire del ejército israelí en la Franja de Gaza, partiéndola en tres zonas distintas.

Hablamos de “To Shoot an Elephant”, un documento que muestra la crueldad de la guerra desde los hospitales, no vemos entrar a guerrilleros ni terroristas, vemos correr a madres con sus hijos malheridos buscar la ayuda del médico que acude a su encuentro; no vemos a los miembros de Hamas o de las milicias armadas, vemos a un reportero de Al Jazeera o de la agencia de noticias palestina asegurar, al igual que Marwan, que se sienten objetivos y que noche si, noche no, reciben llamadas advirtiéndoles que tienen 5 minutos para desalojar el edificio, que va a ser bombardeado.

La vorágine de la guerra traga todo a su paso, la gente huye de los disparos de los francotiradores, de los disparos de los tanques, de los posibles objetivos israelíes y busca la seguridad que las instituciones internacionales pueden ofrecer al estar localizadas y protegidas por las leyes internacionales. Pero esta vez se han equivocado, las últimas imágenes muestran como arde tras un bombardeo con fosforo blanco el almacén central de repuestos, medicamentos y harina de las Naciones Unidas (concretamente la UNRWA), y como, impotentes, los trabajadores no paran de gritar lo que todos pensamos “Esto es un terrible error”.

El pasado lunes 18 de enero se proyectó el documental en más de 300 puntos del mundo; la película es recomendable, con todos los ojos puestos en Haiti, es más fácil olvidar todos los mundos que yacen olvidados a sus propias penurias y suerte hasta que otra noticia lo rescate de esa situación.